La historia y el origen de la pizza es particularmente compleja, puesto que este plato constituye el fruto de una larga tradición gastronómica con siglos y siglos de antigüedad. Antiguo Egipto, Pompeya, Antigua Grecia… Una mezcla de acontecimientos históricos y civilizaciones cuyo punto de partida se remonta a tiempos ancestrales. A continuación, haremos un recorrido por su interesante historia y evolución, desde su versión más primaria hasta lo que hoy conocemos como pizza.
La pizza, tan antigua como el pan
La historia de la pizza empieza con la elaboración del pan, uno de los alimentos más antiguos de la humanidad. Nos ha acompañado desde el 8.000 a.c, cuando empezamos a moler los cereales para obtener harina, mezclarla con agua y cocerla en piedras calientes. No tardamos mucho en empezar a cubrirlos con una gran variedad de ingredientes.
Así pues, el pan plano ya era conocido en el Antiguo Egipto y Sumeria, así como en la Antigua Grecia. Es posiblemente la forma más primaria de cocinado del pan, ya que en la antigüedad se aplastaba contra la pared de los hornos, quedando de esta forma. Algunos de los panes planos existentes en la península italiana son: schiacciata, piadina, farinata y panelle, entre otros. Todos ellos son panes planos antecedentes a la pizza, sin embargo, los historiadores apuntan hacia la Focaccia, de la época romana.
Resulta curioso pensar que en la ciudad de Pompeya, ciudad de la Antigua Roma cuyo origen data aproximadamente del siglo IX a. C, el pan ya se cortara tal y como lo hacemos actualmente con la pizza. Y es que en las ruinas de Pompeya, que quedó arrasada por la erupción del Vesubio, se encontró un pan redondo cortado en ocho porciones.
La pizza tal y como la conocemos hoy
La pizza, tal y como la conocemos hoy, combina el pan plano horneado con queso y tomate. El origen del queso se remonta a tiempos todavía más remotos que el pan, sin embargo, el tomate no llegó a tierras europeas hasta el siglo XVI. Se cree que antes de su llegada a Europa se consumía una variante de la pizza sin tomate, la Focaccia. Y parece que esta versión se mantuvo sin demasiadas modificaciones durante siglos.
En un principio, por su similitud morfológica con la Belladona, el tomate no fue muy bien aceptado en la gastronomía mediterránea. De modo que no fue hasta finales del XVII cuando empezó a formar parte de nuestra dieta. Se cree que los vendedores de espaguetis fueron los primeros en incorporar el tomate en recetas culinarias; de modo habrían sido los grandes pioneros. Una simple cuestión de rivalidad habría motivado a los piazzolis a añadir el tomate a sus pizzas, contrarrestando así la novedad de la competencia.
Expansión de la pizza
En sus inicios el consumo de la pizza se limitaba a las clases más humildes. 100 años después, con la llegada de la reina Maria Carolina d’Asburgo Lorena (1752-1814), la pizza empezó a trascender a las clases aristocráticas.
La reina Maria Carolina, esposa del rey de Nápoles, hizo construir un horno especial en su palacio de verano de Capodimonte con el objeto de servir pizzas a sus invitados. De esta forma, se popularizó entre la burguesía italiana de distintas regiones del país. También surgieron algunas variaciones, puesto que en cada región se fueron añadiendo ingredientes diferentes. Así, la pizza pasaría de ser una preparación regional del entorno de Nápoles a un plato nacional del conjunto de Italia. Ya en 1830 abriría lo que se conoce como la primera pizzería del mundo, Pizzeria Port’Alba, en Nápoles.
Su expansión por el mundo empezó a finales del siglo XIX con la migración de los napolitanos, que llevaron consigo sus costumbres culinarias a otras partes del planeta. La internacionalización de la pizza empezó en Estados Unidos. Muchas de sus calles se convirtieron en pequeñas vías italianas y pizzerías como Lombardi ‘s, abierta desde 1905 en el barrio Little Italy.
Más adelante, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas estadounidenses regresaron a Estados Unidos, terminó de popularizarse. Durante su contienda en Europa los soldados probaron este plato y, a su vuelta, acudieron a los barrios y negocios italianos en busca de más. La demanda creció y su fama se fue expandiendo por Estados Unidos y, posteriormente, por el resto del mundo.
Y aquí termina la historia de la pizza, un plato con siglos de recorrido que inicialmente sirvió de sustento a las clases más humildes y acabó convirtiéndose en una exquisitez internacional con decenas de interpretaciones.